Euler Granda
Euler
Granda
es
el
Poeta
Nacional
por
excelencia:
nació
en
Riobamba
y
en
ella
vivió
hasta
los
veinte
años,
después
se
fue
a
Guayaquil,
en
donde
realizó
sus
estudios
universitarios
y
luego,
ya
graduado,
vino
a
vivir
en
Quito,
en
donde
ha
ejercido
su
profesión
de
médico,
hasta
hace
pocos
años,
en
que
colgó
su
mandil,
después
de
haber
sido
el
Samaritano
de
miles
de
desposeídos,
a
los
que
sirvió
y
curó
sus
dolencias
“con
plata
y
persona”.
El
haberse
convertido
en
uno
de
los
más
grandes
poetas
del
Ecuador,
se
debe
no
solo
a
su
gran
calidad
creativa,
sino,
especialmente,
a
su
fabulosa
solidaridad
humana,
que
se
refleja
en
toda
su
obra
poética.
Sin
afán
de
crear
eufemismos,
leyendo
sus
poemas
se
puede
afirmar
que
es
el
poeta
de
los
de
abajo,
de
los
pobres,
de
los
explotados:
“Hoy
mataron
a
Juan
el
huasicama,
lo
mataron
a
palo
en
día
claro,
lo
mataron
por
indio,
porque
trabajaba
por
tres
y
nunca
sació
su
hambre,
porque
junto
a
los
bueyes
arrastraba
el
arado,porque
dormía
sobre
el
suelo
y
con
su
mala
suerte
cobijábase,
porque
amaba
a
la
tierra
como
la
aman
los
árboles;
lo
mataron
por
bueno,
por
animal
de
carga.”
Sin
ceder
un
milímetro
en
sus
convicciones,
sin
adular
al
sistema,
por
la
originalidad
y
calidad
de
su
obra
poética,
Euler
ha
ganado,
por
segunda
ocasión,
hace
pocos
días,
el
Premio
Nacional
de
Poesía
“Jorge
Carrera
Andrade”;
la
primera
vez
que
se
hizo
acreedor
a
esta
presea
fue
en
1988.
Además,
tiene
a
su
haber
otros
premios
igualmente
importantes:
en
1961
ganó
el
Primer
Premio
de
Poesía
“Ismael
Pérez
Pazmiño”,
concedido
por
el
Diario
El
Universo,
de
la
ciudad
de
Guayaquil,
y
en
1987
la
Asociación
Latinoamericana
de
Poetas,
con
sede
en
Lima,
Perú,
le
otorgó
el
Premio
Latinoamericano
de
Poesía
“Jorge
Luis
Borges”.
Euler
Granda
es
un
poeta
que
sabe
definir
con
exactitud
lo
que
es
la
poesía
y
sabe
utilizarla
con
alegría
y
cantarla
con
pasión
e
ironía.
Toda
su
obra
poética
es
una
constante
crítica
al
sistema,
aunque
no
faltan
el
amor
y
la
solidaridad,
la
ternura
a
manos
llenas
y
la
rabia
rebosando
en
sus
versos
iracundos.
No
hay
cliché,
no
hay
acomodo:
su
poesía
es
peleadora
y
dura,
alegre
y
mordaz
al
mismo
tiempo.
Porque
la
conoce
bien,
y
porque
vive
con
ella
diariamente,
sabe
definirla
con
exactitud
de
médico
forense:
“La
poesía
es
la
pariente
pobre,
la
inútil
floritura,
la
chiflada
que
en
vez
de
sesos
tiene
en
la
cabeza
un
aeropuerto
para
las
gaviotas.
Ya
cuando
nadie
espera
nada
la
poesía
saca
de
la
manga
el
arcoiris,
racimos
de
conejos,
música
en
forma
de
naranjas,
uvas
de
doble
azúcar
y
así
por
el
estilo;
sin
embargo
no
es
lo
mismo
que
un
cheque,
sin
embargo
con
ella
no
puedes
comprar
nada”.
Hugo
Larrea
Benalcázar,
quien
fue
director
de
la
Editorial
de
la
Casa
de
la
Cultura,
cuando
se
publicó
el
libro
“Poemas
con
piel
de
oveja”
de
Euler
Granda,
en
la
presentación
de
dicho
libro
afirma:
“Larga,
noble
y
honesta
es
la
obra
de
Euler
Granda,
quien
no
ha
dejado
de
escribir
a
través
de
los
años.
Su
presencia
ha
sido
vital
para
quienes
hacen
cultura.
A
partir
de
1957,
en
que
publicara
“Voz
desbordada”,
se
convirtió
en
testigo
frontal
de
las
cosas
y
de
los
hechos,
vistos
todos
con
esa
su
mirada
que,
cual
estilete,
los
desgrana
y
desintegra;
en
forma
sencilla
y
clara,
sinceramente
poética”.
Este
nuevo
premio
otorgado
a
Euler
no
aumenta
su
prestigio
ni
alimenta
su
vanidad,
que
nunca
la
tuvo;
es
el
reconocimiento
a
su
permanente
andar
en
los
tortuosos
caminos
de
la
poesía
por
más
de
cincuenta
años,
ya
que
su
primera
aparición
como
poeta
la
hizo
en
1956,
en
un
libro
llamado
“Poemas”,
publicado
por
la
Comisión
de
Cultura
de
la
Federación
de
Estudiantes
Universitarios
del
Ecuador
(FEUE),
libro
en
el
que
constan,
junto
a
Euler,
los
nacientes
poetas
de
ese
entonces:
José
Félix
Silva,
César
Dávila
Torres,
Euler
Granda,
Carlos
Falconí,
Félix
Yépez
Pasos,
Inés
Moral,
María
Silva,
Fanny
Carrión
y
Lucía
Gómez.
“Le
asesto
una
patada
al
dolor
de
cintura,
me
incorporo,
me
estiro,
me
increpo
a
quemarropa:
¡a
la
mierda
la
muerte!
también
hay
que
vivir;
hay
que
sacarle
el
jugo
al
último
suspiro,
al
postrer
manotazo
de
ahogado.
El
presente
es
cuestión
de
un
segundo.
Pasamos
como
sombras,
venimos
con
los
días
contados,
lo
demás
es
olvido”.
Euler
Granda
(Riobamba,
1935).
Fuente: voltairenet.org
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