Julio Jaramillo
Uno
saluda
desde
la
puerta
y
le
sale
un
perrazo
de
aspecto
fiero
que
pareciera
resguardar
un
busto
del
compositor
margariteño,
detrás
viene
un
roble
de
esta
tierra,
enérgico,
entero,
que
le
hace
un
gesto
y
el
perro
se
disipa.
Ahora
estamos
en
un
pequeño
estudio
confortable,
atiborrado
de
discos
de
acetato,
casetes
y
recuerdos.
Le
exponemos
el
motivo
de
la
visita:
su
relación
con
el
cantante
del
sentimiento,
con
el
ídolo
de
generaciones,
cuya
muerte
temprana
le
abrió
las
puertas
del
Olimpo
Hispanoamericano,
Julio
Jaramillo.
Trata
de
excusar
a
la
memoria,
dice
que
hay
lagunas,
pero
la
pasión
por
la
música
y
el
canto,
por
la
amistad,
abre
agujeros
en
el
olvido
y
entonces
le
basta
con
alargar
una
mano
y
tomar
un
libro
o
un
disco
y
suena
la
rocola,
mientras
alguien
exorcisa
su
despecho
o
se
sitúa
debajo
de
una
ventana
y
la
desgarradura,
el
canto
al
desamor
de
los
boleros
ambientan
la
conversación.
“Julio
Jaramillo
era
un
muchacho
dado
a
dar,
excelente
amigo,
muy
humano,
era
bien
parecido
y
afortunado
con
las
mujeres,
pero
no
era
tanto
por
su
aspecto
físico,
era
por
su
carisma,
por
su
gracia,
por
ese
desprendimiento..
era
un
sentimental
que
nunca
olvidó
sus
raíces
humildes,
su
esencia
de
pueblo.
En
una
oportunidad
yo
estaba
en
El
Tirano,
filmando
para
un
programa
televisivo.
Entro
al
Quiosco
de
Dorina,
ese
restaurancito
modesto
que
está
ahí,
y
escucho
una
canción
de
Julio
Jaramillo,
luego
otra
y
otra.
Entonces
le
pregunto
a
la
propietaria
por
qué
escuchaba
tanto
a
Julio
Jaramillo
y
ella
me
responde
porque
me
gusta
y
el
compositor
de
él
es
hijo
de
Carmelita
(Carmen
Victoria
Martínez)
que
es
amiga
mía.
Antes
de
irme
le
digo
quien
soy
y
le
prometo
traerle
a
Julio
Jaramillo.
No
me
creyó,
por
supuesto,
ese
señor
que
estará
tan
ocupado,
dijo.
Tiempo
más
tarde
me
llamó
Jaramillo
de
Brasil
y
me
dice
que
va
a
pasar
por
Venezuela.
Vente,
le
digo.
Grabamos
en
Discomoda
y
después
le
digo,
tenemos
que
ir
a
Margarita.
Tomamos
el
avión.
Al
llegar
al
restorán
le
digo
a
Dorina,
necesito
una
botella
de
Brandy
Terry,
Jaramillo
tomaba
Brandy,
y
una
guitarra.
Ella
inquieta
preguntaba
la
hora
y
yo
le
decía,
tranquila,
que
a
las
siete
lo
tienes
aquí.
A
las
siete
y
media
se
lo
presenté,
casi
le
da
un
ataque.
Entonces
se
llenó
el
restorán
y
la
fiesta
de
los
humildes
pescadores
desbordó
los
alrededores
y
él
allí
en
el
estrellato,
sin
poses,
sin
micrófonos,
pero
con
el
corazón
en
medio
de
una
fiesta
en
la
que
cabían
todos.
Este
porlamarense
arribó
a
este
mundo
el
29
de
noviembre
de
1915.
Ejerció
muchos
oficios:
marinero,
oficial
de
zapatería,
peón
de
albañilería,
maestro
de
escuela…
pero,
su
gloria
está
vinculada
a
la
actividad
radial,
a
los
medios
de
comunicación,
la
composición,
la
música
y
a
la
producción
de
discos
de
desconocidos,
Ruddy
Hernández,
César
Caminero,
entre
otros,
que
su
oído
fino
y
su
corazón
pusieron
en
el
camino
del
canto
y,
no
pocas
veces,
de
la
fama.
Otros,
como
Alfredo
Sadel,
ya
con
un
nombre,
cantaron
sus
canciones.
Brambila
Musical
México,
S.A.
difundió
sus
canciones.
La
Lupe
y
otros
cantantes
mejicanos
cantaron
sus
temas
alrededor
del
mundo,
temas
que
han
conocido
traducciones
al
italiano
y
otros
idiomas.
Aquí
en
Venezuela
muchos
cantantes
salieron
de
su
esfuerzo
y
dedicación,
Tania,
cuando
era
aún
una
niña
grabó
un
standet
play
(cuatro
canciones)
con
temas
de
Deffitt
Martínez,
a
quien
le
agradece
en
la
contratapa
el
haber
compuesto
esos
temas
para
ella.
“Una
vez
yo
estaba
esperando
el
ferry
con
mi
esposa
para
venir
para
Margarita,
entonces
escucho
una
radio
de
Monagas
y
un
niño
con
una
voz
bellísima;
le
digo
a
mi
mujer,
vámonos
para
Maturín.
De
ese
encuentro
salió
un
disco,
el
niño
se
llamaba
Iván
José
y
el
tema
Niño
Campesino
sonó
mucho
en
las
emisoras
del
país.
Pero
con
el
cantante
con
quien
Deffitt
Martínez
estableció
una
relación,
no
sólo
de
compositor
a
cantante,
sino
de
amigo,
de
“hermano”,
fue
con
Julio
Jaramillo.
Y
no
era
para
menos,
Jaramillo
afirmó
en
una
entrevista
a
Alexander
Freites
Pulido,
en
Radio
Rumbos,
que
el
compositor
de
quien
ha
cantado
más
temas
es
su
hermano
Deffitt
Martínez.
Ambos
compartían,
la
preocupación
por
el
desarrollo
de
otras
carreras
musicales,
sin
mezquindades;
así
apadrinan
a
Daniel
Domingo
y
a
Gerardo
Rivas.
“Jaramillo
me
contaba
sus
experiencias,
él
contaba
conmigo
para
transmitir
en
canciones
sus
sentimientos.
En
una
oportunidad
me
dijo
que
traía
motivos
de
México
que
le
gustaría
contármelos
para
que
yo
escribiera
y
así
lo
hice
muchas
veces.
Jaramillo
cantó
27
temas
de
mi
autoría.
Por
qué
lloran
tus
ojos
le
abrió
las
puertas
de
la
fama.
Fue
un
éxito
rotundo
en
México
y
después
en
toda
Latinoamérica.
La
productora
de
discos
norteamericana,
Met
Raymont,
hizo
negociación
por
la
grabación
a
través
de
mi
representante
en
New
York,
Morro
Music
por
esa
canción.
Antes
de
partir
para
en
una
gira
que
incluía
Colombia,
Panamá,
Perú,
Ecuador
y
finalmente,
México,
Jaramillo
le
expresó
a
Deffitt
su
deseo
de
construir
un
chalet
en
Chichiriviche,
frente
al
agua
salada,
su
hermano,
de
quien
había
dicho
que
“se
metía
dentro
de
él
y
le
arrancaba
el
sentimiento
para
darlo
a
sus
canciones”,
quedaría
encargado
de
los
trámites.
Fue
la
última
vez
que
se
vieron,
el
ídolo
partió
y
un
20
de
febrero,
quien
quería
hacerse
venezolano
porque
sentía,
pensaba
y
amaba
como
uno
de
ellos,
murió.
Corría
el
año
de
1978.
Cuarenta
años
después
de
haberse
conocido,
Deffitt
Martínez
editó
un
disco
con
26
temas
de
su
autoría
cantados
por
Jaramillo.
Fue
un
homenaje
al
amigo
que
había
partido;
nosotros
hoy
queremos
rendirle
con
estas
pocas
palabras
un
homenaje
a
los
dos.
Pocas
palabras
que
no
llegan
a
compendiar
toda
la
vida
musical
que
compartieron,
pero
que
bastan
para
dar
a
conocer
a
uno
de
los
compositores
más
importantes
de
América
Latina.
Hoy
cuando
aún
Deffitt
sueña
y
trabaja,
escribe
y
compone
aunque
no
tenga
intérpretes,
los
recuerdos
lo
sostienen
y
las
carátulas
de
los
discos
son
espejos
del
ayer
que,
como
los
boleros,
vienen
cada
cierto
tiempo
a
estrujar
el
corazón.
Nos
marchamos
de
su
casa,
de
la
amabilidad
de
su
esposa.
Prometimos
volver
y
lo
haremos
porque
es
mucho
lo
que
falta
para
reconstruir
su
vida
de
compositor.
Nos
despidió
con
unos
versos
que
son
el
arranque
de
¿una
canción?:
Yo
hice
del
amor
mi
religión
Y
de
ti
la
imagen
que
adoré
Fuente: edlettersandpoems.wordpress.com
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