Nuestra cultura en la pantalla grande: CINE ECUATORIANO
A pesar de las limitaciones técnicas y tal vez gracias a ellas, el cine ecuatoriano se caracteriza por ser artístico e intelectual
Foto: Karen Osorio
Un enigmático viaje por carretera desde Quito hasta Cuenca, el atroz asesinato a machetazos de un presidente conservador, la desaparición de dos hermanos en una laguna o el recuerdo de un feriado bancario cada día un poco más lejano pero no menos tormentoso. Todas y cada una cuestiones que no se sienten en absoluto extrañas y que conocemos de memoria porque las hemos estudiado en la escuela, porque nos las contaron nuestros amigos o porque las vivimos día a día. El cine ecuatoriano encuentra en la historia y la cultura de un país multiétnico una riquísima variedad de temas que vale la pena tratar.
La historia del cine en Ecuador se origina el 7 de agosto de 1924 con el estreno del largometraje El tesoro de Atahualpa, dirigido por el guayaquileño Augusto San Miguel. Al tratarse de la primera película ecuatoriana, el Ministerio de Educación conmemora esta fecha como el Día del Cine Ecuatoriano (Diario Hoy, 2009). El acceso limitado a la tecnología siempre ha significado un atraso en el desarrollo del Ecuador. Mientras en 1927 en Estados Unidos triunfaba el primer musical El cantante de Jazz, en Ecuador la dificultad para acoplar el sonido a las películas frenó la evolución del cine, que se vio obligado a restringirse a temas documentales hasta la década de los 80, que marcó el regreso a la producción de largometrajes.
A pesar de las limitaciones técnicas y tal vez gracias a ellas, el cine ecuatoriano se caracteriza por ser artístico e intelectual. Nunca llegó a convertirse en una industria millonaria como la de Hollywood; sin embargo, en 1980 el regreso de los largometrajes de producción nacional llegó de la mano de la literatura. Así, el cineasta lojano Camilo Luzuriaga dirigió la película ecuatoriana más taquillera de la historia, La Tigra, estrenada en 1989 con un total de 150 mil espectadores. Esta obra es una adaptación del cuento homónimo de José de la Cuadra, en el cual se reflejan los mitos y creencias del montubio ecuatoriano a través de la historia de la indomable Francisca, mito y mujer.
A lo largo de casi un siglo desde su nacimiento, el cine ecuatoriano ha evolucionado notablemente, no solo en la técnica o en la estética, sino también en los temas que aborda. El centro de toda la producción cinematográfica ya no está ligado a la representación de hechos y tradiciones históricas, sino que se ha liberado en busca de nuevos argumentos y problemáticas que enfrenta el Ecuador contemporáneo, nuevas corrientes políticas, ideologías, tabúes religiosos, desigualdad social, violencia y corrupción, sin dejar nunca de lado sus bases e inspiración en la vida sociocultural ecuatoriana.
Se puede decir que el verdadero ascenso del cine nacional llega en 1999 con Ratas, ratones, rateros. La galardonada ópera prima de Sebastián Cordero, que muestra una mirada profunda y realista de la delincuencia en las clases marginales del Ecuador. Un relato sobre la pérdida de la inocencia, que podría considerarse como la primera incursión ecuatoriana en el cine negro. La película estuvo nominada al Goya como Mejor Película Extranjera de Habla Hispana, además de ser galardonada en Festivales de Cine en La Habana y Bogotá.
Una mirada diferente propuso la directora Tania Hermida en el 2006 presentando su cinta Qué tan lejos; historia en la que las dos protagonistas, Esperanza y Tristeza, recorren diversos paisajes típicos ecuatorianos como nevados, páramos y playas, encontrándose por el camino con innumerables situaciones y personajes peculiares. Qué tan lejos es un intento bien logrado de capturar el reflejo completo de la cultura ecuatoriana, con referencias a la religión, las jergas costeñas y serranas, la costumbre de pegar frases atrevidas en los autos o ver la novela por las tardes. Tania Hermida utiliza ciertos arquetipos para mostrar un significado idealista de la vida, sin dejar de lado un leve estilo de realismo mágico que la caracteriza, haciendo la cinta aún más cautivadora.
Entre otras cintas ecuatorianas, que merecen al menos una mención con la esperanza de que el lector las incluya en su lista de películas por ver, se encuentran: En el nombre de la hija (2011), Con mi corazón en Yambo (2011), Mejor no hablar de ciertas cosas (2012), Sin Otoño sin Primavera (2012), No robarás (2013), la recién estrenada en la Berlinale y Feriado, la primera película del director quiteño Diego Araujo, que llegará a los cines del Ecuador el próximo mayo. En el 2006 entró en vigencia la Ley de Fomento del Cine Nacional y se creó el CNCINE (Consejo Nacional de Cinematografía del Ecuador) encargado de fortalecer la industria cinematográfica y audiovisual ecuatoriana. Con la asignación de recursos estatales y mayor apoyo de productoras privadas nacionales e internacionales, el cine nacional ha avanzado a enormes pasos. Jorge Luis Serrano, director ejecutivo del CNCINE, asegura que un promedio de entre 10 a 12 producciones locales llegan a las salas de cine en Ecuador cada año desde 2007.
De esta forma el cine ecuatoriano entra en un nuevo milenio como una gran promesa, y hasta el momento no ha decepcionado. En la última década la cinematografía nacional ha cosechado más logros que en todo el siglo XX, llegando a convertirse en un producto artístico de exportación. Cada vez más cineastas ecuatorianos participan en festivales internacionales como el Sundance en Estados Unidos, los premios Ariel de España o el prestigioso Festival de Cannes en Francia, acumulan do reconocimientos por su talento y mostrando la riqueza cultural de su país.
La producción cinematográfica del Ecuador es un reflejo de nuestras tradiciones, nuestra geografía y nuestros paisajes, nuestra música y nuestras palabras, es todo lo que significa ser Ecuador. Reconocer los lugares, los hechos, las creencias; sentirse por primera vez un verdadero cómplice del cineasta, es la posibilidad que nos da nuestro cine. Un cine que solo los que han pisado alguna vez el Ecuador o al menos conversado con un ecuatoriano podrán comprender en toda su complejidad y belleza.
Fuente : ucom.ec
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